lunes, 20 de noviembre de 2017

MACROTERRA, CRÓNICA DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD

MACROTERRA, CRÓNICA DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD


Es difícil explicar con palabras, aquello que surge de la nada y acaba por materializarse casi mágicamente, dando como resultado un sueño hecho realidad, donde todas las piezas de ese puzzle que previamente habías proyectado en tu mente, acaban encontrando su correcta ubicación en el espacio del tiempo, formando finalmente una preciosa representación de aquello que previamente habías soñado…

Y es que es justamente así es como me siento después de esta primera edición de MACROTERRA, llevada a cabo durante el pasado fin de semana en uno de los confines naturales más bellos de Cataluña, donde una treintena de personas llegadas de diferentes puntos del país se dieron cita con la finalidad de compartir su pasión por la macrobiótica y la alimentación consciente. Un sueño que empezó a gestarse en mi cabeza seis meses atrás, cuando pensé en la posibilidad de llevar a cabo un certamen anual, donde durante un par de días pudiera mostrar o enseñar todo lo que se  sobre Macrobiótica y alimentación consciente a cuantas más personas mejor, dando además la oportunidad a todos ellos de conocerse, intercambiar sus experiencias personales y lo más importante de todo, hacer que cada una de estas personas se sintiera como en su hogar, a pesar de estar a muchos kilómetros del mismo, como sucedía en algunos casos con personas llegadas de Madrid o Zaragoza.


Y así fue como este proyecto lentamente fue cobrando vida, a medida que los días y las semanas se sucedían y los nervios crecían sobre la marcha, siendo el reto muy complicado, teniendo en cuenta que me había marcado unas premisas muy complejas de entrada que quería ver cumplidas a toda costa;  tales como que toda la cocina llevada a cabo durante el evento fuera 100% vegetariana, libre de gluten, de temporada y enmarcada dentro de todos los aspectos que conforman la filosofía macrobiótica. Sin duda algo muy complejo, que finalmente fue posible y que hoy me llena de paz, pues al final, creo que no existe nada más importante en la vida que caminar alineado a tus valores, incluso cuando sabes que por ello en muchas ocasiones son varias puertas las que se cerrarán a tu paso.


Pero al final todo llega y a una semana del retiro, quedaba aun mucha faena por hacer, así que los últimos días fueron sin duda los peores, trabajando unas 12 horas diarias sin casi pausa en la elaboración de una veintena de páginas de apuntes, presentaciones de Power Point para mis conferencias allí, temporizaciones de las diferentes actividades que se debían llevar a cabo, compra de infinidad de alimentos,  que me llevo casi una veintena de viajes de coche al supermercado sin ayuda alguna, sumado a toda la logística que comporta un evento de este calibre que a pesar de todo llevé a cabo con una ilusión que justificaba con creces el esfuerzo requerido.



Finalmente el día llegó y una vez instalados en la preciosa casa rural donde Macroterra tendría lugar, los asistentes del evento fueron llegando a lo largo de la tarde del viernes e instalándose en las diferentes habitaciones de la casa, a la vez que intercambiaban sus primeras experiencias sobre la materia, además de gestarse poco a poco los primeros lazos de amistad entre muchos de ellos, a la vez que la noche llegaba y con el silencio despertaría horas después a las primeras luces del día  la primera jornada oficial del evento que tuvo lugar durante el sábado.

Sin duda dicha jornada fue la más dura para mí y mis dos compañeras de cocina. Pero lo cierto es que a pesar del cansancio acumulado todo  iba saliendo a flote y tuvimos la posibilidad de llevar a cabo todas las actividades programadas, tales como cursos de cocina, mis conferencias teóricas, así como algún que otro espacio de tiempo libre, donde esos primeros lazos de amistad sembrados horas antes cada vez se observaban más fuertes y estables.

Al día siguiente el cansancio acumulado durante el día anterior empezaba  a notarse tanto a nivel físico como psicológico, pero aquel sueño ya casi brillaba con luz propia y no podíamos dejar escarpar el deseo de hacerlo realidad, así que de nuevo llegaron las clases teóricas, esta vez centradas en la explicación de todos los alimentos más característicos de la Macrobiótica, así como sus funciones medicinales y usos dentro de la cocina terapéutica; una teoría a la que le siguieron nuevas clases de cocina y la preparación del último menú del evento, con el que finalmente esta primera edición de Macroterra llegó a su fin, al poco que los asistentes se despedían entre abrazos y sonrisas, deseando volver a verse pronto a pesar de la distancia que les separaba en algunos casos.






¿ Y qué puedo contaros como conclusión de esta bonita experiencia ?, sin duda que aunque ha sido un reto difícil de conseguir, ha sido todo un éxito para mí y no cambiaría ni un sólo segundo de los vividos allí, porque en cada uno de ellos he hallado algún aprendizaje de esos que nadie puede enseñarte, pues sólo la vida es en ocasiones capaz de ofrecernos la posibilidad de evolucionar y hacer de nuestro tiempo en este mundo, algo perdurable, aun cuando quizás en unos años ya no estemos en él…

Creo que cuando las personas acuden a un retiro de estas características lo hacen por diversas razones, donde algunos lo llevan a cabo para huir de sus problemas, otros para re-encontrarse con ellos mismos y otros tantos para aprender como alimentarse mejor además de compartir lo que saben con el resto de participantes. Pero indiferentemente a todo ello, lo realmente importante es que ese lugar donde evadirse de todo exista, para que sea la que sea la razón que les ha llevado allí cobre sentido en sus vidas.

Desde mi punto de vista no puedo más que dar las gracias con todo mi corazón a cada una de estas personas, que además de confiar en mí han hecho posible este sueño que hoy ya cuenta con su primera edición y que sin duda alguna tendrá una segunda durante el próximo año 2018 !

Me reservo para el final el agradecer con todo mi cariño la labor de incalculable valor que han realizado  mis dos ayudantes de cocina Judith y Àngels, dos grandes profesionales a las que estaré agradecido eternamente y con las que espero poder colaborar en futuras ediciones de este sueño.  Juntos hemos sufrido, vivido y disfrutado cada segundo de esta inolvidable experiencia dentro y fuera de la cocina, donde sin duda habéis demostrado que el mundo sigue lleno de grandes personas como vosotras y que yo he tenido la gran suerte de dar con dos de las mejores.

También A Lola la dueña de la casa su amabilidad y buen hacer así como a mi estimada amiga Anna Gracia por animarme y ayudarme a levantarme durante todos estos largos meses previos, cuando en ocasiones todo esto se me hacía tan grande y me venía abajo, así como por ayudarme con varios temas logísticos durante el evento así como tomar algunas de las bonitas fotos que servirán para inmortalizar el recuerdo de esta preciosa experiencia de vida.



Al final para terminar con esta crónica me viene a la cabeza el recuerdo de una conversación que tuve con mis padres y mi hermano antes de salir por la puerta de casa en dirección al evento, donde ellos de alguna forma me decían que quizás debía replantearme si de veras me salía a cuenta tanto trabajo y nervios durante todos estos meses, para en realidad ganar casi nada y poner mi cuerpo al límite tras tantas horas de trabajo sin descanso. A ellos les dije lo mismo que aquí escribo  para despedir estas líneas;  les dije que al final la vida es aquello que tu quieres que sea, como si de un lienzo se tratara donde un pintor previamente a descargar su inspiración se sitúa delante de su paleta de colores replanteando cuantos necesitará para llevar a cabo su obra, ya que sin duda cuantos más colores ponemos en nuestra vida, más riqueza aportamos a nuestros ojos. Seguramente aunque siempre se nos ha inculcado que estamos aquí para trabajar y ganar dinero, yo prefiero pensar que nuestro verdadero objetivo aquí es el de encontrar aquello que nos hace felices y llevarlo cabo con el corazón, como si no existiera nada más en el mundo, pues como mínimo el día que llegue nuestra hora, podamos mirar atrás y ver que dejamos esta vida con la seguridad de que otros muchos nuevos llegados recogerán los frutos que nacieron de la semilla que nosotros sembramos a lo largo de nuestra existencia…

Nunca dejéis de perseguir vuestros sueños!


Sergi Hogaku

(Fotos tomadas por Anna Gracia y Sergi Hogaku )